Rebeldes en pijamas ganan las calles de Shangai

 Quienes hayan visitado la moderna ciudad de Shangai habrá podido comprobar, no sin asombro, que no hace falta más que dar un paseo por cualquier barrio residencial para ver  personas de cualquier edad paseando con ropa de cama.

Este curioso hábito parece provenir del deseo de imitar el lujo occidental de cambiarse de ropa antes de irse a dormir. Los chinos, de esta manera, demostraban a sus camaradas un cierto status y lo que comenzó como un signo de distinción, se convirtió luego en tendencia.

Un sociólogo chino, Zhang Jiehai, consideró que esta costumbre obedece a las reducidas dimensiones de las viviendas, separadas por delgadas cortinas, donde la frontera entre lo público y privado se desdibuja obligando necesariamente a articular decoro y pragmatismo.

Pero el año pasado, en ocasión de la Exposición Universal de Shangai, el Gobierno chino quiso evitar la burla de la comunidad internacional, prohibiendo vestir pijamas en público y reclutaron grupos de voluntarios que apostados en la entrada de los barrios, debían convencer a sus compatriotas que la imagen del país estaba por encima de su libertad en el vestir.

Muchos de ellos obedecieron la sugerencia pero muchos otros se rebelaron airadamente porque no estaban dispuestos a renunciar a tan cómodo hábito. Los subversivos estaban decididos a defender ese derecho de salir a la calle en ropa de cama.

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Por suerte para ellos, parece que una vez terminada la Expo y lejos de la atención internacional, los rebeldes en pijamas comienzan tímidamente a aparecer en público otra vez.

No ha habido sanciones de momento y parecen ir ganando la partida

Foto: Ocho Leguas

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